Los Yanomami son una etnia indígena de aproximadamente 35,000 personas que viven en alrededor de 200–250 aldeas en la selva amazónica, en la frontera entre Venezuela y Brasil. Aunque hablan diferentes lenguas, se entienden entre ellos y se denominan también La Nación Yanomami.
Es una población nómada, cuyos desplazamientos se deben a los cortos ciclos de sus cultivos, dos o tres años aproximadamente. Cuando finaliza la cosecha, la tierra se agota y buscan otro lugar para hacer nuevos conucos y construir su asentamiento provisional.
La región Yanomami está cubierta por bosque tropical, con clima cálido y fuertes lluvias en la época de invierno.

Los actuales yanomamis serían descendientes de un grupo indígena que permaneció aislado durante casi 1000 años.
Hasta finales del siglo XIX, los yanomamis solo habían mantenido contacto e intercambio con grupos indígenas vecinos. Dentro de Brasil, los primeros encuentros directos con los representantes en la frontera local, entre ellos cazadores, extractores para el látex, tuvieron lugar entre 1919 a 1949.

El territorio Yanomani abarca una extensa área de aproximadamente 192,000 km², ubicada a ambos lados de la frontera entre Venezuela y Brasil . En Venezuela, se encuentran en la región de los afluentes del margen derecho del Río Branco, mientras que en Brasil, ocupan la región de los afluentes del margen izquierda del Río Negro.
El primer informe sobre los Yanomami data de 1654, cuando una expedición española visitó a algunos indígenas Ye’kuana que vivían en el río Padamo. A partir de la década de 1950, comenzaron a tener un contacto sostenido con el mundo exterior debido a la llegada de misioneros y proyectos de desarrollo en la región.

Los Yanomami tradicionalmente practican el animismo como su religión. Para ellos, la selva no sólo está compuesta por plantas y animales, sino también por vida espiritual. Creen que cada árbol, liana, arbusto y flor está habitado por espíritus animales.
Son personas muy espirituales que aman y respetan la naturaleza, viven en total equilibrio con ella y toman sólo lo necesario para su subsistencia.
Creen en dioses como el Sol y la Luna, en la creación de los Tepuyes y las hazañas del creador Makunaima y su hermano.
Su cosmovisión está presente en todas las actividades cotidianas, expresada y manifestada en los mitos y rituales. Para ellos, todos los seres, piedras, árboles y montañas tienen un espíritu, algunos de los cuales llegan a ser malignos y pueden atacarlos o provocarles enfermedades.

Los Yanomami tienen una rica vida espiritual y prácticas chamánicas que se relacionan con los espíritus (xapiripë):
Los chamanes Yanomami controlan los espíritus del bosque al inhalar un polvo alucinógeno llamado yakoana. A través de visiones en trance, se encuentran con los xapiripë, seres espirituales que habitan en la naturaleza y se comunican con los humanos a través de los sueños y las danzas.
Los chamanes aprenden a conocer a los xapiripë, cómo verlos y escucharlos. Solo ellos pueden verlos, ya que parecen humanos pero son diminutos como partículas de polvo brillante y luminosos como la luz.
En las aldeas Yanomami, las ocasiones especiales, como el nacimiento, la pubertad, el matrimonio y la muerte, a menudo se celebran con bailes y cantos. Estos rituales pueden incluir danzas en círculo, movimientos rítmicos y el uso de instrumentos musicales como maracas y flautas de caña.
La danza es una forma de comunicarse con los espíritus, expresar alegría y celebrar la vida y la naturaleza.









La comunidad Yanomami se encuentra distribuida en aldeas que alojan entre 40 y 200 individuos unidos por lazos de parentesco, siendo la familia la unidad social fundamental de este pueblo. Para llevar a cabo el matrimonio, simplemente el hombre o la mujer cuelga el chinchorro en la vivienda de su esposa o esposo, según el lugar que hayan escogido como residencia, sin ceremonias especiales.



Los grupos de Yanomami están constituidos como una casa multifamiliar en forma de cono, llamada como yano o xapono (yanomami oriental u occidente) o también por casa rectangulares (yanomami del norte y noreste), cada una de estas casas colectivas funciona de manera independiente en términos económicos y políticos.
Los Yanomami prefieren contraer matrimonio dentro de la comunidad con primos cruzados, es decir el hijo o la hija de un tío materno y una tía paterna, esto genera lazos de consanguineidad y afinidad para todos dentro de la casa colectiva. Sus viviendas son construidas por la comunidad y rodeadas por parcelas de jardín. Cuando el suelo se desgasta o una aldea se vuelve vulnerable a ataques de otros Yanomami, reubican sus aldeas.
Los grupos de Yanomami viven en aldeas que generalmente consisten en niños y familias extendidas.
Las aldeas varían en tamaño, pero suelen contener entre 50 y 400 personas.
Son autosuficientes, se dedican a la caza y a la pesca, producen el 80% de los alimentos que consumen: plátano, yuca, ocumo, maíz, mapuey, caña de azúcar, tabaco y algodón, además recolectan frutos silvestres, miel de abejas, insectos, cangrejos, ranas, serpientes, orugas, huevos de tortuga.
Los cazadores Yanomami utilizan un veneno llamado curare para untar la punta de las flechas y cazar con mayor efectividad.

El espacio de la selva utilizado por cada casa-aldea puede ser descrito como como una serie de círculos concéntricos, esto es para delimitar las áreas de uso con diferentes formas e intensidad
1er circulo: Representa un radio de 5 km. es un área para uso inmediato de la comunidad, las mujeres hacen una pequeña recolección, pesca individual en el verano y pesca colectiva con timbó (corteza de árbol que ayuda adormeciendo a los peces) así como las actividades agrícolas.
2do círculo: Entre 5 y 10 km. es usado para la caza individual y la recolección familiar de todos los días.
3er círculo: entre 10 y 20 km. es usado para las cazas colectivas, que se extienden por un periodo de 1 a 2 semanas.
Acostumbrados a pasar un tercio y la mitad del año acampando en refugios provisorios y en diferentes localidades del área más apartada en relación con su aldea u hogar.






— Fátima, ¿adónde van los Yanomami cuando mueren?
— Al hutu mosi.
— ¿Y dónde está el hutu mosi? ¿Ya has ido?
— He ido en sueños. El hutu mosi está en el cielo, parece lejos, pero está cerca. Es precioso, hay mucha abundancia, los Yanomami siempre bailan, cantan, las mujeres y los hombres vuelven a ser jóvenes, siempre están arreglados. Todos viven felices en el hutu mosi.
— ¿Cómo pueden vivir felices si están muertos?
— El cuerpo muere, pero la imagen se transforma en pore. Son pore, pero todavía viven.
La imagen que se convierte en pore cuando la persona muere es la parte que se desprende del cuerpo cuando sueña. En lengua de los Yanomami, se dice pei utupë. Se traduce como la imagen que todos los seres poseen en su interior. Utupë también puede ser un reflejo, una sombra. Así, la imagen que se ve en el espejo es un utupë, del mismo modo que una foto o una imagen que se ve en la televisión.
Para que un Yanomami pueda morir, todas las partes que lo componen deben destruirse.
— ¿Qué hacen ustedes, los blancos, cuando un pariente muere?
— Lo enterramos.
— ¿¿Ponen a sus muertos bajo tierra?? ¿¿Dejan que se pudra solo?? ¿¿Cómo pueden hacer eso??
— Con nuestros muertos lo hacemos así. A veces los incineramos, como hacen ustedes, los Yanomami.
— ¿Y qué hacen con todo lo que era del muerto?
— Se lo dejamos a nuestros hijos.
— ¿Cómo pueden dejar las cosas de los muertos a los que están vivos? De este modo, los vivos contemplarán estas mercaderías y no podrán olvidar a los muertos, y sufrirán. ¡Ustedes, los blancos, son realmente otra gente!



La vestimenta es sencilla debido a las condiciones climáticas, su función es más ornamental que protectora.
Los hombres usan cuerdas de algodón en muñecas, tobillos y cintura, también usan ramas enrolladas en el cuerpo.
Las mujeres se pintan el cuerpo con colores, principalmente rojo y negro
Usan plumas en la cabeza y collares.
Aunque actualmente existen quienes usan vestimenta de sociedades urbanas
Practican el canibalismo endogámico como ritual sagrado: en ceremonias fúnebres se comen las cenizas de los huesos de su pariente muerto mezclándose con plantas.
Para ellos en los huesos reside la energía de la persona fallecida y al ingerir las cenizas los reintegran al grupo familiar.
Los chamanes consumen epená: lo usan como una droga espiritual para comunicarse con los espíritus.

Son reconocidos por ser parte de los grupos étnicos con menor estatura promedio en todo el mundo.

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